martes, 19 de abril de 2011

el alma llanera



Historia que a poco a poco muchos han ido conociendo y que desde hace unos años puede conseguirse en internet y que gracias a sus innumerables grabaciones y versiones, siempre se habla de los derechos de autor de la misma.

Pedro Elías Gutiérrez (La Guaira 1870 – 1954) y Sebastián Díaz Peña (Puerto Cabello, 1844 – 1926) son dos talentosos músicos venezolanos, directores de Bandas Marciales, compositores, virtuosos y de gran prestigio.

A Pedro Elías Gutiérrez se le atribuye el joropo “Alma Llanera” que perteneció a la zarzuela

del mismo nombre y que le dio fama mundial y fue estrenada en Caracas el 19 de Septiembre de 1914 en el Teatro Caracas, llamado también “Coliseo de Veroes”. La letra le pertenece a Rafael Bolívar Coronado. Este joropo se convirtió en el segundo himno nacional.

Pero… Sebastián Díaz Peña, profesor, compositor, director de orquesta, pianista y destacado músico, autor del Himno del Estado Carabobo y de otras piezas.. Fue el creador del joropo tuyero “MARICELA” -1877- que comienza con aires de vals y pasa a arpa aragüeña y fue la base, la inspiración para que Pedro Elías Gutiérrez hiciera la música de El Alma Llanera.

Pedro Elías y Sebastián, como grandes músicos de la época también fueron amigos.

Les comento que mi mamá es Isabel Teresa Pérez Díaz (1919) hija de Manuel Leopoldo Pérez y Alicia Mercedes Díaz (hija de Sebastián Díaz Peña, por lo tanto el es el abuelo de mi mamá y mi bisabuelo). Una tía de mi mamá Rosa Amanda ya entrada en años comento en mi casa que ella tenia las partituras de Maricela y que su papá siempre le dijo que de ahí nació El Alma Llanera, pero que esa era otra historia, porque su papá le decía esa canción pertenece al folklor venezolano y es el 2do himno y no importa a quien le atribuyan el merito. Siendo un joven de 10 o 12 años, esa fue la historia que escuche y es la realidad. Con el tiempo entendí que el éxito inmediato al estreno de la canción movió a Pedro Elías Gutiérrez a registrar la canción y lo hizo en Estados Unidos, asesorado por unos gringos.

El Primero de Abril de 1942, Pedro Elías Gutiérrez le vendió los Derechos de Autor a la “PEER INTERNATIONAL CORPORACION” por un Dólar mas el porcentaje de regalías y lo hizo bajo la mentira que el solo era el autor de la letra y música, era su único propietario cuando en realidad el estaba despojando a Rafael Bolívar Coronado de su legitimo derecho como autor de la letra y despojaba a Sebastián Díaz Peña como el verdadero autor de la música.

Alma Llanera como canción fue estrena en la Zarzuela el 10 de Septiembre de 1914, luego Pedro Elías decide independizar la pieza de la zarzuela musical y así monta la canción con la Banda Marcial de Caracas, de la cual el era el director y la estrena en la Plaza Bolívar de Caracas, en la retreta de despedida del año, eso fue el 31 de Diciembre de 1914.



ALMA LLANERA

Yo nací en esta ribera

del Arauca vibrador,

soy hermano de la espuma,

de las garzas, de las rosas,

soy hermano de la espuma,

de las garzas, de las rosas

y del sol, y del sol.

Me arrulló la viva Diana

de la brisa en el palmar,

y por eso tengo el alma

como el alma primorosa,

y por eso tengo el alma

como el alma primorosa

del cristal, del cristal.

Amo, lloro, canto, sueño,

con claveles de pasión,

con claveles de pasión.

Para ornar las rubias crines

del potro de mi amador,

yo nací en esta ribera

del Arauca vibrador,

soy hermano de la espuma,

de las garzas, de las rosas

y del sol.

Cuando pienso en la geografía del llano no la veo, mientras que al oír su música, allá voy. Así que no es la vista la que me transporta a esa distancia sino una cierta voz que encuentra eco en parte de mí que vibra a su contacto. Tampoco la novela, el cuento o la película tienen el poder encantador de los tonos de ese embrujo. Así no más, el Mar Caribe, los Andes o la selva resultan más comprensibles y pueden ser transmitidos a otros de manera más sencilla a través de la palabra. Al menos así es para mí, que nací en Caracas y que del llano además de Doña Bárbara y otros logros literarios espléndidos, recuerdo alguno que otro viaje juvenil y enamorado. Pero eso sí, tropiezo y entro a cada rato a un restaurante que se repite por doquier mostrando insignias de muerte y otros cabestros momificados en cabezas de ganado, adultos éstos o terneros aquellos, clavados en las paredes para llamar la atención de los viandantes y dar al ambiente y al convite un imaginario (y macabro) aspecto rural.

un bongo remonta el arauca

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